El Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI presenta el tercer informe anual: El Estado de la MYPE 2025: La otra cara de la economía
- noticiaselsalvador2
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El Salvador no se entiende sin sus micro y pequeñas empresas (MYPES). Ese es el mensaje central del tercer informe “El Estado de la MYPE 2025: La otra cara de la economía”, presentado como resultado del trabajo conjunto entre el Observatorio MYPE de la Fundación de Apoyo Integral (FUSAI) y el Programa El Salvador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Este estudio, junto a los dos anteriores, ofrecen la radiografía más completa hasta la fecha sobre un sector que sostiene buena parte de la economía nacional, pero que rara vez recibe la atención ni el respaldo que merece.
Un nuevo cálculo que incluye las MYPES formales, presentado en este tercer informe, resultado de las investigaciones del Observatorio MYPE y basado en evidencia estadística sólida, demuestra que las MYPES, tanto formales como informales, aportaron en conjunto un promedio del 48.8 % del Producto Interno Bruto entre 2020 y 2023, rebasando ampliamente el peso de las medianas y grandes empresas y de las remesas familiares, tradicionalmente consideradas como los principales motores económicos. El informe enfatiza que las MYPES son un pilar fundamental de la economía salvadoreña y que visibilizar su aporte es clave para entender la realidad productiva del país.
El estudio revela que, a pesar de representar apenas el 3.6 % del parque empresarial, las MYPES formales contribuyeron con el 8.2 % del PIB, equivalente a más del doble de lo que correspondería a su tamaño. Por su parte, las MYPES informales generaron el 40.6 % de la producción nacional. Esta combinación pone en evidencia que el desarrollo económico del país depende en gran medida de estas unidades productivas, que además representan un pilar de cohesión social y territorial. Sin embargo, el debate público continúa reduciendo a las MYPES a un rol de “autoempleo” o “arraigo migratorio”, invisibilizando su verdadero peso económico y sus aportes en la innovación, el empleo y la reducción de la pobreza.
Uno de los hallazgos más relevantes del informe es la identificación de lo que denomina la “brecha por exceso de optimismo o déficit de concreción”. Las MYPES confían en crecer, pero sus modelos de negocio inestables y el entorno adverso impiden materializar esas expectativas. La saturación de negocios que ofrecen el mismo tipo de productos y compiten en un mercado limitado genera un aumento de la competencia que afecta a casi la mitad de las empresas, mientras que la pérdida del poder adquisitivo de la población reduce la demanda y limita las ventas.
A esto se suman dificultades financieras que no responden únicamente a la falta de crédito, sino a la insuficiencia de ingresos sostenibles. El resultado es claro: muchas MYPES sobreviven bajando precios, recortando personal o reduciendo inventarios, en lugar de innovar o diferenciarse. Esta dinámica termina siendo un círculo de vulnerabilidad, a pesar de su enorme potencial.
El crédito informal (usura), un freno a las MYPES
El estudio también advierte sobre el peso asfixiante de la usura en un número significativo de MYPES. Con una tasa de interés promedio anual de 1,869 % y montos de créditos otorgados anuales que alcanzan los 1,251.5 millones de dólares—equivalentes al 3.6 % del PIB y al 7.4 % de todo el crédito formal—, queda en evidencia que la dependencia del financiamiento ilegal continúa siendo uno de los mayores obstáculos para el desarrollo empresarial. Ocho de cada diez empresas recurren a prestamistas usureros, atraídas por la rapidez de los desembolsos y la ausencia de requisitos burocráticos, pero muchas veces a costa de hipotecar su futuro.
La Ley contra la usura, promulgada en 2013, se muestra ineficaz. No solo deja fuera al mercado informal, sino que también carece de mecanismos de supervisión en los sectores donde la usura tiene mayor presencia y afecta con más fuerza a las MYPES. Tampoco establece incentivos para que la banca formal amplíe su cobertura hacia las unidades económicas más frágiles. El informe indica que la usura tiene un impacto macroeconómico que limita el crecimiento de las empresas y perpetúa la informalidad.
La exclusión financiera y el sobreendeudamiento representan otra de las grandes amenazas para la sostenibilidad de las MYPES. El tránsito de muchos microempresarios es progresivo: comienza con el deterioro de su perfil crediticio, continúa con la migración hacia instituciones formales en condiciones cada vez más onerosas y culmina con el abandono definitivo del sistema financiero regulado.
Encuestas a asesores de microfinanzas revelan que más del 78 % ha visto un incremento en la morosidad y la salida de clientes del sistema. Una vez excluidos, muchos empresarios diversifican sus deudas en condiciones cada vez más riesgosas, lo que multiplica la fragilidad del sector. En consecuencia, el crédito, lejos de ser un mecanismo de inclusión, termina siendo una trampa de empobrecimiento si no se crean productos financieros adaptados a la realidad de ingresos irregulares y baja documentación de las MYPES.
Digitalización desigual de las MYPES
El informe dedica también un capítulo a la digitalización, donde muestra que aunque la mayoría de MYPES ya accede a internet, la digitalización es desigual y limitada. Ocho de cada diez utilizan WhatsApp como principal herramienta comercial y seis de cada diez emplean Facebook, mientras que menos de tres de cada diez utilizan correo electrónico o programas de oficina. Herramientas más avanzadas, como CRM o ciberseguridad, son prácticamente inexistentes. La adopción de pagos digitales también es incipiente: dos de cada tres empresarios siguen operando en efectivo, lo que limita la trazabilidad financiera y el acceso a clientes institucionales. El informe subraya que el gran desafío es ampliar el horizonte digital del sector hacia un uso integral de la tecnología que permita mejorar su productividad, competitividad e inserción en mercados formales más dinámicos.
La carga invisible del cuidado
Otro de los hallazgos más novedosos de la investigación es la carga invisible del trabajo de cuidado. Más de seis de cada diez empresarios realizan tareas domésticas no remuneradas y un tercio cuida de personas dependientes, lo que significa que dedican un promedio de 4.1 horas diarias a estas labores, tiempo que resta a la gestión de sus negocios. La situación es aún más dura para las empresarias, que dedican cinco horas diarias a estas tareas frente a 2.5 en el caso de los hombres. Esta doble jornada amplía las brechas de ingreso y limita la expansión de los negocios liderados por mujeres. El informe plantea las nuevas oportunidades que surgen de este nuevo mercado emergente, así como la necesidad de un sistema nacional de cuidados, tanto público como privado, que libere tiempo productivo y, a la vez, genere nuevas oportunidades de emprendimiento en este sector.
Orientar la política económica hacia las MYPES
El informe sostiene que el desempeño económico de El Salvador depende en gran medida de la capacidad de sus micro y pequeñas empresas para superar barreras estructurales y fortalecer su productividad y competitividad. Si el país quiere crecer de forma sostenida, reducir la pobreza y abrir oportunidades reales para la mayoría de su población, es necesario dar espacio prioritario en la política económica a las necesidades de las MYPES. Superar los desafíos que enfrentan —financiamiento asfixiante, informalidad persistente, digitalización incompleta y ausencia de políticas de cuidado— no es un tema sectorial, es una condición para el desarrollo nacional.
El evento de lanzamiento contó con el auspicio de la Iniciativa DINAMICA II ejecutado por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), la Unión Europea (UE) y el Gobierno de Alemania, a través del KfW. Asimismo, el informe El Estado de la MYPE 2025 tuvo el apoyo financiero de Banco Integral, el programa MBA Acelera de ACTEC y la Unión Europea, en el marco del Proyecto “Apoyo para el fortalecimiento, tecnificación y digitalización de MICRO, PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS (MIPYME) y emprendimientos en El Salvador”, ejecutado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
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